Una de las naturalezas básicas del ser humano es la de crear
complejos sistemas de órdenes y deberes y luego, crear sus “antis”. Aparte de
los clásicos de toda la vida, sistema=antisistema, taurinos=antitaurinos, etc…
ahora se suma a la ecuación el modelo “antigimnasio”.
Durante años nos han estado diciendo que el gimnasio era
hipernecesario para ser sanos, guapos y modernos, pero ahora en los círculos pequeños
se empieza a llevar el concepto “el gimnasio es el demonio y encima tienes que
pagar”.
A través de alguna que otra pagina sobre salud y deporte,
surgen quienes reivindican un uso más natural del cuerpo, que en vez de ir al
gimnasio a correr, corre por el campo (hay disciplinas de correr descalzo), que
en vez de apuntarse a una piscina, nada en el mar (el que pueda claro), y así
infinidad de variantes, asociando el deporte a la naturaleza en la medida de
los posible.
Se trata de dejar de usar nuestro cuerpo durante una o dos
horas programadas a la semana y hacerlo siempre de una manera más natural.
Ir andando al trabajo o en bicicleta, levantarnos del
asiento de la oficina, usar los parques públicos como gym o como vimos en la
tele hace poco “la calle ez mi gimnazio”. Modalidades como el parkour surgido
en Francia, renuevan el elemento de los deportes de calle casi siempre asociado
al skate, o a las pistas de baloncesto que veíamos en las pelis americanas.
¿Está la institución del gimnasio en peligro? Pues no. Durante
años nos han impuesto la imagen de que el gimnasio debe ser parte del día a día
de cualquier persona sana, todos los deportistas profesionales van al gimnasio
y los famosos de la tele. Todo el mundo va, ¿Por qué tú no querrías ir?
No hablo de “clases en el gimnasio” donde meteríamos Pilates,
yoga, etc… ejercicios que siempre es mejor tener controlados por un profesor
por lo menos al principio. Hablo de la famosa “sala de maquinas” que es donde
pasan la mayor parte del tiempo aquellos usuarios de gimnasio.
¿Alguien entiende la gracia de subirse a una bicicleta
mirando hacia una pantalla? Sobre gustos desde luego no hay nada escrito, pero
si es cierto que dice mucho de nuestra sociedad y nuestra forma de vida, aunque
la gravedad en realidad reside en que muy poca gente se haya parado a pensarlo
antes.
Como nos han convertido en seres pasivos tienen que darnos
una rutina para que nos movamos, como si el movimiento no fuera algo intrínseco
en el cuerpo humano, pero claro, es que ahora no es algo intrínseco, es algo
añadido, ahora tenemos metro, coche, autobús, etc.… Nos pasamos el día
sentados, de la oficina, al bar, a la ofi, a casa. Silla, silla, sofá.
Y todo esto al final esconde algo más profundo, el miedo a
la calle, al entorno incontrolable. El gimnasio es un lugar limpio, cálido,
ordenado, y controlado. Ahí nada nos puede pasar. Y como tantas otras veces no
podemos resistirnos a algo así porque inconscientemente nos han enseñado a que
eso es lo que debemos buscar, que eso es lo queremos. Control, seguridad.
Silvia Piquer.