20 julio 2012

Diez años de "Prestiges".


Fotograma de "El turismo que gran invento".

Hubo una vez hace mucho mucho tiempo, un desastre ecológico muy muy famoso. Fue denominado por los autóctonos y visitantes como “Míster Chapapot” o “El Chapapote” y en todo el mundo fue conocido como”El desastre del  Prestige”.  Ese buque petrolero monocasco que se hundió llenando el mar de ese monstruo negro y viscoso marco un antes y un después en nuestro país…. ¿o no?

En los últimos tiempos España se ha enfrentado a infinidad de Prestiges, siempre provocados, bien camuflados. El último se llama, entre otros, “Urbanización en Valdevaqueros” y el anterior y más conocido “El Algarrobico”. Y grande es la jusficación de esta marea de cemento a pie de playa: dar trabajo.
Ante la evidencia económica que es a día de hoy nuestro país sobre el hecho de que la base económica de un país no puede ser la construcción de casas, nosotros y nuestros ayuntamientos no aprendemos.  Si la clave del ser humano es que es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, los españoles somos los más humanos del mundo: no solo tropezamos sino que nos tragamos la piedra directamente. Somos muy prácticos.

Mirémoslo de esta manera, el desastre del Prestige también dio trabajo. Empresas de limpieza, autobuses que llevaban a Galicia a miles de voluntarios, voluntarios que a su vez consumían en el pueblo al que iban a limpiar. ¿Desastre ecológico? Nimiedades, daños colaterales. Porque lo que importa es el trabajo a toda costa. Aunque sea temporal y claramente ineficiente a largo plazo.

Pero discúlpenme, he olvidado algo muy importante: el turismo. Hay muchos tipos de turismo pero en España nos seguimos aferrando a la idea del turismo de los 60, grandes hoteles a pie de playa, chiringuitos a cascoporro y sobretodo muchas suecas enseñando teta. Un minuto para evolucionar por favor. Estamos en 2012.

 Que un ayuntamiento se plantee un modelo de turismo sostenible, que podría dar los mismos puestos de trabajos sin cargarnos esas playas de naturaleza virgen apelando a ellas como reclamo turístico es inconcebible.  Perroflautadas. ¿Podrían acaso los ayuntamientos de nuestras costas mantener un dialogo con los ecologistas para llegar a soluciones que contentaran a todos? ¿Acaso no hay una vertiente muy fuerte llena de profesionales que pueden darnos soluciones que aúnen sostenibilidad, trabajo y turismo? Se me olvidaba un pequeño detalle: el dialogo no da dinero bajo la mesa. O acaso el Algarrobico sigue en pie después de 16 pronunciamientos judiciales que demuestran su ilegalidad por obra y gracia del señor. Si el Ayuntamiento de Carboneras, el Gobierno y la Junta de Andalucía no tienen dinero para la demolición solo tienen que apelar al ciudadano, que con martillo en mano y mucho gusto ayudara a la demolición de tal monstruo que inunda uno de los parques naturales más importantes de nuestro país.

Que España tenga que tener una Ley para Protección de Costas (que ya no será necesaria pues ya se encargara el señor Rajoy de quitársela de en medio) dice mucho de nuestro sentido del patriotismo.  
Nos encanta decir ¡Yo soy español!, pero no nos lo aplicamos cuando se trata de proteger nuestro medio ambiente y nuestro futuro ya de por sí bastante contaminado. Todo sea porque vengan los alemanes a ponerse rojos sin tener que andar más de un metro desde el hotel a la playa. Todo sea por el turismo, todo sea por el trabajo.




Silvia Piquer

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