23 enero 2013

Propósitos de año nuevo.


No se ha acabado el mundo, Rajoy no ha cumplido nada de su proyecto electoral, Aguirre sigue dando por culo: nada de lo prometido ha ocurrido en 2012.

Y empezamos el año mintiéndonos a nosotros mismos con los llamados “Propósitos de Año Nuevo”.

Yo hace ya muchos años deje de prometerme cosas que sabía de antemano que no iba a cumplir, porque para que, y ¿Por qué?, es decir, si no quiero que los demás me prometan cosas que no van a cumplir, ¿Por qué me lo voy a hacer a mi misma?

Este año voy a embarcarme en un par de propósitos solamente, unos que considero puedo llevar a cabo con un poco de esfuerzo y que parten de una responsabilidad que me exijo a mi misma pero no a los demás, y esto último es muy importante porque cuando haces algo que tu consideras súper importante y te hace sentir genial, tiendes a dar la vara a los demás y ESO ES UN ROLLO. Lo que es bueno para ti no tiene porque serlo para los demás (¿Lo entiende usted ahora señor Rajoy?).

         1. Entra una cosa, sale otra.

Este es uno de los grandes puntos del minimalismo y el más sencillo de hacer. Se trata simplemente de un ejercicio de no aferrarnos a objetos con la estúpida excusa de que tiene algo sentimental para nosotros. “No puedo tirar esta camiseta de cuando tenía dieciséis años porque con ella saque un suficiente en matemáticas”, aaaaaaaaaaaaaa, ERROR.  Todos aquellos criados en el sistema capitalista, es decir TODOS NOSOTROS, tenemos una fuerte tendencia al síndrome de Diógenes, todos acumulamos basura. La técnica de “Entra una cosa, sale otra” es un pasito pequeño que nos ayuda a vislumbrar que es lo que necesitamos de verdad. Entra un jersey, sale un jersey. Entra una taza, sale la taza esa que tienes sin asa desde hace un año en la repisa porque SEGURO que la vuelves a usar porque es comodísima. No tienen por qué ser objetos iguales: entra un libro, sale esa peli que te regalaron con el periódico que no has visto ni verás (porque tú y yo sabemos que eso no va a ocurrir). Las cosas que salen, se donan, se regalan a alguien que si las vaya a usar, las vendes, etc.…
Fácil, sencillo y solo duele mentalmente durante un ratito.

 2. No impact man.


Colin Beavan es un señor que durante un año se lio la manta a la cabeza (y se la lio a su familia) y progresivamente fue eliminando cosas de su vida que producían un impacto en el medioambiente. Fue tomado bastante a broma en algunos medios de comunicación que lo definieron como “el hombre que no usaba papel higiénico”, como siempre el ser humano tan acertado con los actos ajenos.  A mí personalmente me parece una gran proeza en cuanto a que él lo lleva a un extremo un poco radical y llegan a vivir incluso sin luz en una ciudad como Nueva York. Uno de mis propósitos obligados este año es el de reducir mi impacto sin llevarlo a límites extremos pues, primero de todo lleva tiempo realizarlo y segundo, muchos de estos supuestos son caros y yo como la mayoría de los españoles, soy muy pobre. Así que para reducir mi impacto en el medioambiente mis planes a seguir son; intentar comprar el máximo de producto local o nacional, conseguir comprar productos que tengan el mínimo de envoltorio (siempre mejor producto fresco o envasado en cartón que plástico-cartón-plástico) y el uso de mis pies (yo ya voy al curro andando) o de la bicicleta para desplazarme siempre que sea posible.


Estos son mis propósitos, siempre que me sea posible he de llevarlos a cabo, pero no como una obligación sino como una responsabilidad para conmigo sobre algo que me he prometido hacer, así tendré más potestad para exigirles a mis políticos que cumplan lo que prometen, porque yo lo hago. Yo cumplo mis promesas.


Silvia Piquer.

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