18 septiembre 2013

Cosas buenas de la crisis: El maravilloso mundo de las bicicletas.



Madrid, ciudad de imperioso tráfico y ruido atronador de pitos se rinde desde hace un par de años, muy lentamente, al renovado uso de la bicicleta.

Al principio la gente hablaba de una moda pasajera traída por los “modernos” que pueblan la ciudad. “En Madrid nunca se podrá circular en bicicleta” me dijeron una y mil veces, pero la evidencia es innegable.
Puede que después de años de esfuerzos por parte de la comunidad ciclista, o el hecho de que muchos hayamos viajado a sendas ciudades ciclistas como Berlín o Ámsterdam donde el civismo es bien alto, todo halla confluido a este tiempo y se esté empezando a hacer realidad este medio de transporte ecológico y sostenible por el que tantísimas ciudades europeas abogan con éxito. Mi teoría es otra. La crisis.

Hace unos años era impensable no sacar a relucir tu nuevo coche junto al resto en los atronadores atascos, el metro y el autobús era viable en precio pues nadábamos en la abundancia. ¿Quién necesitaba una bicicleta? Ahora bien esos eran otros tiempos. Ahora el metro es prohibitivo teniendo en cuenta los sueldos que tenemos y el coche es como un bolsillo roto en los pantalones. Evidentemente no todo el mundo puede simplemente comprarse una bicicleta e ir a trabajar, pero los que pueden empiezan a hacerlo con mayor regularidad.

¿Por qué no adaptar las ciudades para el uso de este transporte barato y eficiente? Pues porque en cierta manera la bicicleta es un sinónimo de total y absoluta libertad, depende solo de tus pies. Un coche depende de la gasolina, el metro del billete, la bicicleta depende de ti.

Las ventajas son muchas entre ellas la disminución de la contaminación acústica y atmosférica, reduce la velocidad media de los vehículos en ciudad, hasta el aclamado ahorro en la Sanidad Pública por el que pugnan muchos estudios (nuestra Ministra de Sanidad se perdió esta clase) entre otros. El del ahorro es más que evidente.


Ahora solo tienes que invertir en una bicicleta (115 euros hasta 1500), un casco (16 euros hasta 56 aprox.) y un buen chaleco reflectante (10 euros aprox), y mandar a tomar por culo autobuses, metro, etc.…


Silvia Piquer.

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